El rótulo luminoso es el elemento corporativo más extendido. Dependiendo de las diferentes ubicaciones también son conocidos como letreros, carteles o plafones luminosos. Pero desde una aproximación profesional los llamamos “rótulos”.

Su clasificación más habitual se realiza en función de sus fuentes de iluminación. Las luces de neón fue, sin duda, la que supuso la profesionalización del oficio tradicional de rotulista. El salto tecnológico que supuso su incorporación obligó a la cualificación de los antiguos maestros, si bien continuaba exigiendo para ejercer la profesión la pericia en la caligrafía a pincel.

La fluorescencia y los acrílicos traslúcidos simplificaron la técnica a la vez que ofrecían un efecto de reparto homogéneo de la luz interior en un plafón, consiguiendo así resaltar de manera uniforme toda una superficie. O también destacar el mensaje mediante una cortina de luz cenital en una luminaria.

Es relativamente reciente la aparición de los diodos led. El avance, diversificación y adaptación de sus propiedades al sector de la rotulación han constituido toda una revolución. Su coste se ha reducido progresivamente en los últimos años, de la misma manera que su uso se ha incrementado exponencialmente. Su tamaño, direccionalidad, durabilidad, diversidad de color, etc., hacen de estos elementos un buen aliado de cara a ofrecer la mejor solución posible.